Recorriendo el Camino

Comenzando el recorrido por la provincia de Guadalajara, lo primero que se divisa y asombra es el imponente castillo, para continuar por sus calles con casas de piedra entremezcladas con otras de nueva construcción, su monumental iglesia en honor a Santa Catalina, la ermita de La Soledad, la ermita de Santo Domingo y los pozos verdes en el río Piedra, llamado en su tramo alto hasta Embid, río de San Nicolás del Congosto.

Castillo de Embid:

Ubicado sobre un pequeño cerro en la frontera con Aragón fue testigo de numerosos enfrentamientos entre Aragón y Castilla.

Podemos considerar  la construcción existente ya en 1120, en época de Alfonso I el batallador rey de Aragón, como el origen del castillo que tiempo después en 1331, facultado por el rey Alfonso XI, Diego Ordoñez de Villaquirán, Señor de Embid, levantaría y repoblaría con 20 vecinos que deberían ser del señorío de Molina.

En 1347, los Villaquirán vendieron Embid al caballero Adán García de Vargas, repostero del Rey, en 150.000 maravedíes de la moneda de Castilla.

Su hija Sancha, en 1379, vendió el lugar a Gutierrez Ruiz de Vera y este lo perdió por usurpación que de Embid hizo en algarada guerrera y como acostumbraba hacer por toda la zona, el conde de Medinaceli.

Ya en el siglo XV (1426), esta familia se lo cedió con otros pueblos molineses a D. Juan Ruiz de Molina o de los Quemadales, el llamado “Caballero viejo” de las crónicas del Señorío, jurista y guerrero en cuya familia quedó para siempre.

Por sucesión directa fue transmitiéndose el Señorío del lugar y en 1698 un privilegio del rey Carlos II hizo marqués de Embid a su noveno Señor, D. Diego de Molina. Uno de sus más modernos sucesores, D. Luis Díaz Millán, fue autor de varios interesantes libros y estudios sobre Molina y hoy se conserva el magnífico archivo de la casa en poder del heredero del título.

Para visitar el castillo se puede pedir cita previa en el teléfono de Marga (677 05 31 61) ó en el Ayto. (949 84 31 11).

La ermita de Santo Domingo, edificio solitario, invita al caminante a relajarse y olvidarse por un momento de los ajetreos de la vida. A día de hoy, los embideños todavía continúan acudiendo en primavera, como lo hacían sus antepasados y siguiendo con la tradición, acompañados de los más jóvenes para que vivan el ambiente y continúen con este ritual de hermandad.

Ubicada en las proximidades de las Hoces del Río Piedra, la ermita de Santo Domingo de Silos que hoy vemos data del siglo XVIII aunque ya se sabe de su existencia en 1559 y que sufrió una gran reforma en 1679. Los embideños acuden cada primavera, como lo hacían sus antepasados acompañados de los más jovenes que un día serán los que continuen con este ritual de hermandad; al igual que hacen otros pueblos de la Sexma del Campo como La Yunta o Tortuera e incluso las gentes del pueblo de Bello, ya en la provincia de Teruel.

Las inscripiciones de las dovelas de su arco de entrada nos dan la bienvenida para descubrir en el interior un pequeño altar barroco dedicado a Santo Domingo de Silos, rodeado de exvotos que nos hablan de agradecimientos al Santo que a falta de poder acceder al interior de la ermita podemos verlos en la Biblioteca Virtual de Castilla-La Mancha. Libros, 2015 – en el  libro Exvotoa pintados de la provincia de Guadalajara, de la autora Eulalia Castellote Herrero.

https://ceclmdigital.es 

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La iglesia parroquial está dedicada a Santa Catalina de Alejandría y es obra de grandes proporciones, construida en el siglo XVI. Se precede de ancho atrio descubierto y muestra su portada principal orientada al sur consistente en arcada semicircular adovelada y con adornos sencillos de rosetas, con un cierto aire arcaizante. El interior es de una sola nave y muestra numerosos altares de gran interés de los siglos XVI y XVII y alguno más barroco. Destacan los de la Virgen del Rosario y el de San Francisco, con tablas buenas de escuela aragonesa; fue fundación en el siglo XVI del alcalde y regidor de Embid, D. Diego Sanz de Rillo, poderoso ganadero.

Entre las obras muebles de esta parroquia merecen destacarse un frontal de altar en cordobán oriental, de increíble belleza; un equipo de ropajes sagrados (casullas, etc.) con los escudos de los marqueses de Embid grabados en 1733 por el bordador Rodrigo Velázquez; un cáliz de oro regalado por D. Álvaro de Mendoza, patriarca de las Indias, a esta parroquia en 1739; y una cruz parroquial románica del siglo XIII.