Tortuera

Tortuera está situada en el extremo nororiental del Señorío, a más de 1.100 metros de altitud sobre el nivel del mar, (es el segundo término municipal más grande de los 81 que constituyen el Señorío). El munocipio limita con terrenos aragoneses, y está a medio camino entre Molina de Aragón y Daroca.

En Tortuera tuvieron asiento los celtíberos, a lo largo del milenio anterior. Y, de hecho, se han encontrado importantes restos en diferentes castros, entre los que destaca el cerro de Guisema. Esta finca ocupa 1.407 hectáreas de sus 7.902 hectáreas del total que tiene de extensión su término municipal. Hoy es propiedad particular, pero fue  un próspero municipio, del que queda memoria en infinidad de crónicas y documentos.

Tortuera

Tortuera en el Camino Real.

La importancia de Tortuera en pasados tiempos, radicó en estar situada en el Camino Real de Aragón, el camino “de rueda” que permitía el cómodo tránsito entre la corte madrileña, y las tierras de Aragón y Cataluña hasta el Mediterráneo. Además, añadía la preeminencia económica de estar en Tortuera situado el “Puerto Seco” o aduana entre ambos reinos, lo cual suponía la obligación de parar al menos una jornada, contar, pagar, albergarse a numerosas personas, arrieros, trajinantes, potentados, mensajeros, etc.

Es curioso observar cómo las localidades de nuestra tierra han cambiado de importancia a lo largo de los siglos. Todo ello, casi siempre, condicionado por las comunicaciones.

El Señorío de Molina, centro de la Península, y clave para su dominio político durante muchos siglos, ha llegado a “desaparecer del mapa” con la creación de autovías y demás líneas rápidas de comunicación que se han situado fuera de él. De Tortuera se decía en las crónicas que era “Villa en la cual se registraban los caballos, el dinero y todo lo que cada uno llevaba consigo, porque esta villa está en la raya de Castilla y ninguno puede acá pasar sin registro”.

Tortuera

En 1585 pasó por Tortuera el Rey Felipe II, en pleno mes de febrero, por el camino que trataron con dificultad sus hombres de despejar de la nieve caída. Allí pasó el Rey tres días, a la espera de que los agentes de Aduanas controlaran totalmente lo que la comitiva llevaba. Esto da idea de la seriedad y el control de la cosa pública que al Rey le gustaba se hiciera en toda ocasión, incluso con su propia persona.

Muchos otros viajeros ilustres pasaron y admiraron Tortuera. Entre ellos, el famoso Cosme de Médicis, quien, junto a su dibujante, Pier María Balde y sus cronistas Corsini, Magalotti y Gorrina, fueron detallando lo que allí veían. En el dibujo que Balde dejó hecho de la Villa, se aprecia perfectamente la vieja “torre torcida” o tuera de la que recibió su nombre. Y la picota en las afueras de la población, que daba fe de su calidad de villa. Acompaño a estas líneas este grabado, importantísimo, hallado por los autores del libro que comento.

Escudos, pairones, ermitas.

En Tortuera podrán entretenerse mirando su patrimonio rico, brillante, bien conservado. Están de un lado las grandes y perfectas heráldicas de los apellidos y linajes que fraguaron su historia: la casona de los Romero, con ese escudo escoltado de dos lanceros infantiles, que acompaña a estas líneas, y la casona de los López Hidalgo, con el otro escudo que, curiosamente, se ve repetido en otra casa de la localidad alcarreña de Budia, donde también tuvieron sede estos señores.

Los pairones, emblemas pétreos del Señorío, son también numerosos en Tortuera. Aunque uno de ellos, el del Pilar, se ha tenido que reconstruir con ladrillo simple, los demás son espléndidos, y muy característicos de este tipo de arquitectura popular y sin autores, el de las Animas, a la entrada de la villa; el de San Simón y San Judas, el más característico; y el de San Nicolás de Tolentino, patrón municipio, y ubicado en su lugar más céntrico.

Fiestas y memorias

En Tortuera se celebran fiestas en honor de San Nicolás de Tolentino celebrado con una romería que llega hasta la ermita del Santo, a donde había que ir en caballerías y carros; y de la Virgen de los Remedios, que después de una sequía muy dura la cambiaron y ampliaron el nombre añadiendo a su apelativo el de “la Fuente” que ella hizo milagrosamente brotar y desde entonces no se ha secado.

Tortuera

Juegos, ritos y mudanzas salpican el calendario anual en Tortuera, con detalles de popular regocijo. Y eso se recuerda en las páginas de que hablo, porque a la historia y el patrimonio, una localidad añade, al menos, su costumbrismo y sus formas propias y autónomas de celebrar y divertirse.

 

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